Época: Bronce
Inicio: Año 2300 A. C.
Fin: Año 1300 D.C.

Antecedente:
La Edad de Bronce

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

En la fase cultural del Bronce Antiguo, el continente europeo se coloca a la altura de las grandes civilizaciones de la Antigüedad. El factor decisivo para que esto ocurra será la fabricación, posesión y distribución de objetos de bronce, particularmente armas. El factor social promotor de la riqueza de los pueblos de Europa en aquella época fue la implantación de jerarquías, élites sociales poderosas que necesitaron de símbolos de poder para mantener su posición y consolidar su prestigio. La demanda de bienes de lujo personales, y la preocupación por disponer de las mejores armas, impuso toda una red de intercambios, compleja y de gran alcance. Las regiones con fácil acceso a los yacimientos cupríferos, auríferos y de estaño (la depresión de los Cárpatos, Transilvania, Bohemia, Bretaña, las llanuras del sudeste de Gran Bretaña e Irlanda) se constituyen en los centros protagonistas del desarrollo del Viejo Continente. Sus dirigentes, o los grupos sociales que controlaban el negocio del metal y del armamento, se enriquecieron.
Asimismo, se mantienen en una posición privilegiada los poderosos de las zonas geográficas europeas que, sin recursos metalíferos, disponen de los productos necesarios o apetecibles para las jerarquías de Centroeuropa y las situadas frente al Atlántico. El alto precio del ámbar, la ineludible necesidad de vestirse con pieles o con tejidos, procuraron a los países escandinavos, suministradores sin competencia de estos productos, armas y objetos de metal inigualables, a pesar de carecer de la fuente esencial de recursos en la economía de la Edad de Bronce.

El sistema estaba llamado a perdurar durante mucho tiempo, puesto que de él dependía la supervivencia de quienes lo sostenían. Al menos se mantiene durante todo un milenio: desde fines del III milenio hasta las postrimerías del II (2300-1300 a. C.). En la cronología tradicional, este espacio temporal se cubre con dos fases teóricas: el Bronce Antiguo (2300-1500 a. C.) y el Bronce Medio (1500-1300 a. C.). Este último período se identifica en la Europa central con la Cultura de los Túmulos, por haberse generalizado entonces, y particularmente allí, esta forma de cubrición exterior en los enterramientos. La revisión reciente de las cronologías establecidas ha llevado a la escuela anglosajona a proponer una nueva fórmula cronológica más sencilla y más consecuente con las coordenadas genéricas de la Europa templada en este dilatado capítulo de su historia. El régimen económico y social apuntado es aplicable, a pesar de las connaturales y muy apreciables diferencias culturales en las diversas regiones implicadas, al Bronce Antiguo y Medio. Por ello se entiende procedente y justificado el perfilar la Edad de Bronce Antiguo en una sola fase, cuyos límites quedan trazados desde la introducción del auténtico bronce con estaño (2300 a. C. en Centroeuropa) hasta la aparición de las gentes de las Urnas en el 1300 a. C.

La documentación arqueológica sobre este período en la dilatada extensión geográfica de Europa, desde el Cáucaso hasta las islas Británicas, es abrumadora. Los estudios locales son tan densos en información de tono especializado, que es difícil dibujar una panorámica a grandes rasgos. Sin embargo, el entramado cultural se teje y se desteje siguiendo el hilo de las artes. La historia del Arte cumple, en este capítulo, un papel decisivo. Es el despliegue de objetos valiosos que se depositaron en las tumbas (joyas o vasos de oro; espadas y puñales de esmerado aspecto; alfileres metálicos de presentación delicada; collares de ámbar; cuentas de loza, etc.), asignables a esta fase de la Edad de Bronce, en donde se sustentan, por encima de todos los particularismos, las directrices sociales y económicas apuntadas.

Complementariamente, la fluidez de la producción de piezas duraderas y prestigiosas se vuelca en el contenido de los depósitos votivos. En este caso, con frecuencia, la religión acompaña a la producción artística. Tesoros y tumbas. Dos componentes del arte de la Europa del II milenio a. C. homólogos a los de las civilizaciones egipcia, micénica o etrusca. Stuart Piggott se adelantó a denominar a la Europa y a las culturas de estas características "High Barbarian". La diferencia, en su opinión, era una cuestión de grado, no la antítesis entre sistemas incompatibles de pensamiento u organización política. Llevado este planteamiento al terreno poético, la fase de la Europa antigua que nos corresponde examinar a continuación es la de la Europa heroica, la de los nobles, aunque bárbaros guerreros. Las grandes manifestaciones arqueológicas, las de mérito artístico, son su testimonio indiscutible.